«No puede ser que vaya a haber más gente para ver a este inglesito que
en mi despedida», se le oía decir por los pasillos.
Lo que nadie esperaba es que el día de la charla se le pillara in fraganti
intentando meter un virus en los ordenadores encargados de la
presentación.
En un último y desesperado intento ordenó a sus exalumnos que
secuestraran a Foster a la vez que varios miembros de seguridad de la
ETSAM se lo llevaban fuera de la escuela donde le esperaba una
unidad psicológica para consolarle.